El pasado noviembre se publicó un álbum que debería incluirse en la sección "sólo para padres". Pues bien, en la librería donde trabajo, dada la ausencia de dicha sección*, nuestro departamento de documentación lo ha metido en... "De 0 a 4".
Bien padres, si estáis ahí, esto va por ustedes, y para todos los amantes de la lengua, que reclaman abiertamente el derecho de decir "mierda", "joder", "pedo", "pis" en público y sin que les claven miradas reprobatorias. Sólo vosotros podéis comprender qué molesto es que no te dejen dormir y al día siguiente tengas que ir a trabajar, con la resaca de llantos y berrinches varios. Que los niños son adorables, que os encanta venir a decirme aquello de "es que mi niño es muy listo para su edad", pero que de vez en cuando, lo regalaríais si alguien quisiera quedárselo en plena pataleta, o lo mandaríais en cohete a Singapur. Que cagarse en todo no es para tanto. Destruyamos el tabú de lo políticamente correcto en los padres de hoy (quien dice cumplirlo a rajatabla, ¡ejem!). No os hace peores padres gritar ¡joder! Que sí, que el niño es monísimo, que te lo comerías a besos, que cuando te ha dejado la habitación patas arriba o te ha manchado el sofá con chocolate, o descolgado la cortina, o tirado la papilla al suelo, o se ha meado encima, le arrearías una leche, también. Entonces, quién no diría ¡joder! bien alto. No tengo hijos, pero me solidarizo con mis hermanas y las demás madres del s.XXI**. De forma puntual he experimentado el odio pasajero hacia sus retoños cuando no dejaban de chillar, patalear, llamar a la madre ausente, comerse los mocos, tirarse al suelo sin motivo aparente, etc. No imagino cómo debe ser cada día. 24 horas. De por vida. Os compadezco, la verdad.
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Adam Mansbach, padre liberado que reconoce querer a su hija y mandarla a cagar |
Así que ¡Duérmete ya, joder! es una oda a vuestra labor. Para que os quedéis a gusto. Os sintáis identificados, como muchos de los escritores padres y modernos que gustarán de este álbum. Publica Random House Mondadori bajo el sello Reservoir Books; traduce, Laura Manero Jiménez. El texto es de Adam Mansbach que se sintió oportunamente inspirado por su hija Vivien, pero que de normal escribe ensayos y novelas. Ilustra Ricardo Cortés, variopinto ilustrador, en su haber está una historia de la marihuana para niños y otra sobre el café, la coca y la cola. Sus dibujos pueden resultar bastante propagandísticos, pero ciertamente simpáticos.
Adultos, esto es un reclamo que os hacemos: ya no podéis decir que sois unos incomprendidos, que estáis agobiados porque los niños son niños. Que no sabéis que hacer. Con este álbum podréis desahogaros, evadiros. Y, por favor, haced memoria y ¡dejad de quejaros tanto, joder!
*= Psicología infantil y maternidad se le acercan, pero Estivill, Frost y el Hermano Mayor nos parecen bastante coñazos.
**= Que por todos es sabido que no son como las madres de siglos pasados, y mucho menos como las grandes madres de los 60, 70 y sobre todo, 80 y 90.
Adultos, esto es un reclamo que os hacemos: ya no podéis decir que sois unos incomprendidos, que estáis agobiados porque los niños son niños. Que no sabéis que hacer. Con este álbum podréis desahogaros, evadiros. Y, por favor, haced memoria y ¡dejad de quejaros tanto, joder!
*= Psicología infantil y maternidad se le acercan, pero Estivill, Frost y el Hermano Mayor nos parecen bastante coñazos.
**= Que por todos es sabido que no son como las madres de siglos pasados, y mucho menos como las grandes madres de los 60, 70 y sobre todo, 80 y 90.
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