25 jun 2012

Blancanieves de Jacob y Wilhem Grimm & Iban Barrenetxea

Blanca como la nieve. Roja como la sangre. Negra como el ébano. ¿Quién no conoce el cuento de Blancanieves? Ni que sea la versión de Walt Disney. Cómo olvidar a la malvada y cruel madrastra, una de las primeras villanas de nuestra infancia. Por eso, nosotras venimos a recomendaros que recuperéis la historia original de los hermanos Grimm. Y os vamos a dar tres razones fundamentales (si no os convencemos, os tendréis que buscar una solitos):

1ª- Porque los hermanos Grimm eran bastante más "bruticos" que Disney; respetando los cánones de su época, por otra parte. No os podéis perder el verdadero final de la pérfida madrastra. SPOILER: ¡¡unos candentes zapatos de hierro!! Bailar hasta caer muerta en la boda de Blancanieves. Ideal. Una imagen imprescindibles para la memoria cultural. 

2ª- Porque este año se celebra el bicentenario de la publicación del primer recopilatorio de los hermanos Grimm y, por tanto, trae muy buena suerte y magníficas vibraciones leer sus cuentos. Nos preocupa vuestra salud espiritual. Así que: hermanos Grimm, vuestro nuevo ritual.

Y 3ª (last but not the least)...

Porque Nórdica nos trae una fabulosa edición ilustrada por Iban Barrenetxea, uno de los artistas más molones del panorama actual. Barrenetxea dio la campanada con Bombástica Naturalis, y poco a poco se ha forjado un nombre y se ha ganado un reconocimiento más que merecidos. Ninguna de sus obras pasa desapercibida.



Ya sé lo que nos vais a decir: ¿otra Blancanieves ilustrada? Que si Lacombe ya sacó en Navidades su propia versión, que ya conocéis el final, bla bla bla. Pero... Creednos, la versión de Barrenetxea es inmensamente más guay que las demás: tiene ese toque suyo tan steampunk, casi victoriano; aquí más bien flamenco, folclórico, atípico y divertido. E irónico. Como esa preciosa Blancanieves un poco orejona, o esa reina de permanente verdosa. O esos enanitos tan rechonchos y teutónicos. Como siempre, el uso del color es simplemente maravilloso, lo que permite darle al cuento una ambientación fantástica. Uno se traslada de repente al s.XIX, a un mundo mágico y soñado donde los espejos son sabios y las manzanas y los peines están envenenados. 



Un cuento que, como dice el autor, no ha envejecido en estos 200 años, ni lo hará dentro de 200 más. Mágico. Atemporal. Inmortal.

Y esperamos de todo corazón que pronto llegue la nieve.

Iban, un tipo simpático



See you soon! 

p.S: (c) de la traducción: Isabel Hernández

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