Ella. Sally Salinger. Madre de dos adolescentes. Casada y abandonada por su marido. Fumadora. Tiene pinta de antipática y se dedica al negocio que hereda de su cónyuge: investigar. Es detective sin licencia y especializada en adulterio y fraudes a aseguradoras. Es de las que no llega a fin de mes. De las que tiene un coche tan americano como esos que tienen paneles de madera en los laterales. Es una mujer sin miramientos por la estética que aun así tiene a unos cuantos encandilados. Es una tipa dura, digamos.
Él. Osvaldo Brown. Es poeta y tiene miedo. Es un grandullón tranquilo, callado. Serio. Un solitario que recibe un disparo desde una pantalla negra: la boca abierta de unos almacenes que siempre permanecen cerrados. Está enamorado. Siente pánico porque cree que su asesino va a venir a rematarlo. Persigue a Sally por los pasillos del supermercado.
Lo que me llamó más la atención de este cómic es que tiene un rollo muy Fargo. No sabría decir si es por el flequillo de la protagonista, o por la nieve, aunque este caso es inaudita en Trituro, nuestra ciudad inventada, una ciudad que vive una extraña situación en los días previos a Navidad: el frío. Pasan cosas fuera de lo común, pero con total naturalidad, a personas como las que te cruzas en la calle y de las que no esperas tal resiliencia. Lo más extraño en el fondo quizá sea el temporal.
Castilla Drive es una novela negra intimista, sobria, con personajes mundanos en situaciones comprometidas. Ganadora del polar en el pasado Festival Internacional de Angoulême, tiene un arranque magistral: han disparado a un tipo cualquiera y lleva una vida tan anodina y solitaria, que hasta la policía cree que es imposible que haya sido de forma intencionada y lo atribuye a críos jugando con lo que no deben. No hay pistas, no hay ni rastro. Pero Osvaldo Brown siente un miedo atroz y por eso contacta a la detective Sally Salinger, para que le ayude a resolver su caso. Aunque no son necesarias muchas viñetas para saber que no es el único motivo.
A la mitad, la historia se vuelve un poco predecible. Uno ya sabe por dónde van a ir los tiros. Cuantos más se profundiza en la vida de los personajes, uno puede incluso adivinar el desenlace. Se siente. Pero ya es demasiado tarde, ya no tiene importancia, porque es un cómic que engancha, cuya lectura es demasiado agradable aunque no todas las emociones y escenas sean amables. Que uno puede hacer suyo, porque son cosas que pasan: hay padres que abandonan, que decepcionan, hay personas que se encuentran tarde. Uno quiere llegar hasta el final. Ver si Sally mejora su situación, si Osvaldo encuentra la paz. Si el final es más que feliz, es de American Dream.
Tampoco uno puede separarse de Trituro así como así. De esos colores pasteles, sepia, de las luces de farola a las tantas. Un poco pulp. Un poco pop. Anthony Pastor tiene ascendencia española, pero de momento Castilla Drive es la única obra disponible en español. Amantes del cómic o no, que mañana es Sant Jordi y, como toda novela negra, lo bueno es la cantidad de potenciales lectores que puede llegar a tener. A nadie le amarga un misterio, sea en el formato que sea. Consideradlo.
¡Hasta después del Apocalipsis!
p.s: Edita La Cúpula -- Traduce Raúl Martínez -- 20€
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