16 abr 2013

La caputxeta vermella de Aaron Frisch & Roberto Innocenti

Decir que Roberto Innocenti es uno de los mejores ilustradores en la actualidad resulta una obviedad. Pues bien, vamos a ser obvias: fans absolutas de este artista italiano que se ha llevado el reconocimiento mundial en varias ocasiones y del que ya hablamos aquí. Esta vez vuelve a la carga con una versión de Caperucita cuyo guión firma el recientemente fallecido Aaron Frisch. Nosotras echamos mano de la traducción al catalán que poco inteligentemente, creemos, se llama  La caputxeta vermella, pero en realidad el álbum se titula The Girl in Red (en castellano, La niña de rojo, como bien decidió Kalandraka). 


Creemos que a estas alturas nadie necesita una sinopsis del cuento de Caperucita roja, pero este álbum merece mucho la pena porque no sólo se trata de una versión, sino de una actualización en toda regla: tenemos una Caperucita moderna de nombre Mireia/Sofía (dependiendo de la traducción) que vive con su madre en un bloque de pisos en un barrio (el Bosque) bastante deprimido de una gran ciudad totalmente industrial. La caperuza roja también se la ha hecho la abuela; la niña también decide ir a visitar a la abuelita porque está enferma y le lleva víveres, esta vez en la mochila. Pero el paisaje es bien diferente: edificios, residuos, masificación humana; escaparates, luces de neón y un día de tormenta. Parajes tan abandonados y oscuros como los de aquel espeso bosque, y mucho más peligrosos. Nuestra heroína es muy valiente, pero se las tendrá que ver con matones en moto y con el Cazador/Lobo. ¡SPOILER! Otra licencia de los autores: aquí el supuesto salvador es un impostor. Frisch & Innocenti convierten al héroe del cuento original en todo un depredador, así lo asimilan a la figura del lobo. Pero haciéndole justicia a la bestia: aquí es el humano, con nombre de humano, el que siembra el terror y es capaz de la vileza más baja del mundo: atacar a los niños y a los indefensos. 




El álbum no has parecido una auténcia maravilla, por supuesto por el arte de Roberto Innocenti, y por la transformación de un clásico en una crítica social que no es gratuita: la ciudad es una auténtica jungla para una niña que simplemente quiere llegar segura a casa de la abuela. Es peligrosa aunque sea de día, aunque haya gente por la calle. Como dice el guión: "Todo el mundo te ve, pero nadie te mira". No sé vosotros, pero yo lo he experimentado en más de una ocasión en mi ciudad miedo, a ciertas horas y en ciertas zonas, porque sé que muy pocos son los que se lanzarían a ayudarte. Es muy triste, pero es así, y hay innumerables ejemplos que ya han salido en los medios y no vamos a comentar. A veces pienso que estamos juntos porque no queda otro remedio; que vivimos en ciudades, en grupos a los que en realidad no pertenecemos. Que convivimos, pero nos queremos poco. Lo que es hasta cierto punto natural, no nos hemos podido elegir. Que eso de la bondad de los desconocidos es un mito (a veces) y que los valientes se cuentan con las manos de una sola mano. Este álbum es tan valioso porque es fácil identificarse con el miedo de esta neo Caperucita. Es importante, aunque su fondo nos deja bastante mal como ciudadanos metropolitanos. Lo mejor de todo (cuidado, AQUÍ HAY MÁS SPOILERS): tenemos dos finales alternativos para la historia: a) el que acaba mal, lo que es previsible dado el escenario y los malvados con los que esta niña indefensa se encuentra y b) el final feliz que parece una impostura para hacerse la foto de rigor: la policía atrapa al villano justo a tiempo. Pero todo se presenta extraño, es mentira. ¿La policía justo a tiempo, con ese despliegue de medios, sin haber esperado las dichosas 24 horas? Las presentadoras de televisión que cubren el feliz desenlace dan una pista de que los autores han añadido esa lámina para que los niños no le cojan pavor al cuento, o a salir a la calle directamente. Las escenas finales son todas muy CSI. 

Una versión brutal que no nos puede dejar indiferentes, queridos urbanitas. Con un sinfín de ilustraciones para babear con las minuciosas ilustraciones. Ya dije en su momento que Innocenti te hace sentir como cuando buscas a Wally, con todo el sinfín de detalles que es capaz de añadirle a los cuadros. Pues bien, aquí a buscar el lobo y a empaparse de referencias cosmopolitas. Un álbum de 34 páginas que te puede durar un cuarto de hora o tres horas o una semana. Todo depende de lo que te apetezca. Porque los cuentos clásicos nunca se pasan, ¿verdad? Y porque es de esas obras en las que se descubre algo nuevo con cada lectura

Si lo leéis, ya nos diréis... ¿Sois de los fatalistas, o de los de happy ending?

¡Hasta pronto!


p.S: Datos técnicos del álbum en catalán... Edita Símbol Editors. Traduce Núria Sales i Rovira. Cuesta 17€ (un poco más baratín que en castellano, wow!). Ponéroslo en la lista para Sant Jordi ;)  

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